La vida a veces es como una caja de sorpresas, no hablo de grandes cosas, pequeños detalles.
Mi caja es pequeñita, apenas con colorines, solo un puntito que le da eses lazo rojo de la sorpresa.
Como un ritual, cuando empieza un año, suelo comprarme un par de libretas y unos bolis nuevos, nada especial, me gusta apuntar cositas, a veces son pensamientos, otros poemas que descubro de pronto, y como la memoria a veces me juega malas pasadas, pues prefiero tenerlas apuntadas, ademas me encanta escribir a mano.
Hacia tiempo que
Ana me hablaba de un libro que era imprescindible para ella, incluso me lo paso por PDF, pero jolines mi vista no da para tanto, y ademas echaba de menos el placer de girar las paginas, y otra de mis rarezas, empezar el libro por las ultimas paginas, siempre lo he hecho así, me encanta tener un final y saber como se llego hasta allí.
Total, que lo había buscado, pero no había manera de dar con el.
Y el otro día rebuscando en una tienda,entre un montón de libretitas, apareció el libro.
Ese no era su sitio, anda que no había estanterías cargadas de letras, pues allí descansaba entre paginas en blanco.
Ahora descansa en mi casa, esperando el momento en que lo abra por la ultima pagina.
No tardara en llegar, pero aún no es el momento......